1.11.11

Un ritual que no es rutina

Como todos los domingos a la noche ahí estaba yo, tomando el té de miel y canela mientras leía una revista. Entre varios artículos focalicé uno que hacía referencia a aquellos rituales y rutinas que realizamos las personas.
La autora se explayaba en la importancia de diferenciar un ritual, momento en el cual uno dedica cierta cantidad de tiempo a hacer algo placentero y prepararse para lo que está por venir, de una rutina, actividad que realizamos casi automáticamente, cual maquinaria de una fábrica.

Al mismo tiempo que leía el artículo comencé a reflexionar y caí en la cuenta que mi vida está plagada de rutinas, dejando un lugar casi insignificante a los ritos, como imagino le debe pasar a la mayoría.

Mientras viajamos hacia el trabajo vamos pensando en todo lo que nos espera cuando lleguemos a la oficina, al mismo tiempo que dedicamos el regreso a los pendientes que dejamos para el día siguiente.
Muchos mediodías ni siquiera asomamos las narices por la ventana, sólo atinamos a levantar el teléfono para pedir comida, si es que nos damos el gusto de almorzar.
El bolso que armamos para ir al gimnasio, a la mañana y a las corridas, vuelve intacto por quedarnos terminando “muertos” de último momento. Y así sucesivamente.

Sin embargo, incorporar pequeños rituales en nuestras vidas no es para nada complicado. Podemos aprovechar los viajes de ida y vuelta de la oficina para disfrutar de leer un buen libro, en lugar de tomarnos el colectivo caminar esas cuadras para despejarnos. Aunque no sean más que unos minutos y por más que hayamos llevado comida al trabajo, salir un rato al mediodía a dar una vuelta manzana, armar un compilado de linda música y escucharla mientras preparamos la cena.

No tienen que ser grandes cosas, al menos no para empezar, y ahí radica la clave del éxito. A medida que vayamos incorporando pequeños rituales a nuestra rutina y seamos testigos de los resultados que esto genera no vamos a poder dejar de hacerlo.

Por lo pronto, yo seguiré manteniendo mi ritual de los domingos por la noche, eso sí variando de vez en cuando el sabor del té y la edición de la revista, tampoco es cuestión de caer en la rutina, no?