1.11.11

Un ritual que no es rutina

Como todos los domingos a la noche ahí estaba yo, tomando el té de miel y canela mientras leía una revista. Entre varios artículos focalicé uno que hacía referencia a aquellos rituales y rutinas que realizamos las personas.
La autora se explayaba en la importancia de diferenciar un ritual, momento en el cual uno dedica cierta cantidad de tiempo a hacer algo placentero y prepararse para lo que está por venir, de una rutina, actividad que realizamos casi automáticamente, cual maquinaria de una fábrica.

Al mismo tiempo que leía el artículo comencé a reflexionar y caí en la cuenta que mi vida está plagada de rutinas, dejando un lugar casi insignificante a los ritos, como imagino le debe pasar a la mayoría.

Mientras viajamos hacia el trabajo vamos pensando en todo lo que nos espera cuando lleguemos a la oficina, al mismo tiempo que dedicamos el regreso a los pendientes que dejamos para el día siguiente.
Muchos mediodías ni siquiera asomamos las narices por la ventana, sólo atinamos a levantar el teléfono para pedir comida, si es que nos damos el gusto de almorzar.
El bolso que armamos para ir al gimnasio, a la mañana y a las corridas, vuelve intacto por quedarnos terminando “muertos” de último momento. Y así sucesivamente.

Sin embargo, incorporar pequeños rituales en nuestras vidas no es para nada complicado. Podemos aprovechar los viajes de ida y vuelta de la oficina para disfrutar de leer un buen libro, en lugar de tomarnos el colectivo caminar esas cuadras para despejarnos. Aunque no sean más que unos minutos y por más que hayamos llevado comida al trabajo, salir un rato al mediodía a dar una vuelta manzana, armar un compilado de linda música y escucharla mientras preparamos la cena.

No tienen que ser grandes cosas, al menos no para empezar, y ahí radica la clave del éxito. A medida que vayamos incorporando pequeños rituales a nuestra rutina y seamos testigos de los resultados que esto genera no vamos a poder dejar de hacerlo.

Por lo pronto, yo seguiré manteniendo mi ritual de los domingos por la noche, eso sí variando de vez en cuando el sabor del té y la edición de la revista, tampoco es cuestión de caer en la rutina, no?

31.7.11

El mal de la última palabra

¿Cómo descubrí que era portadora de este mal?

Días atrás, mientras cenaba con mi hermana, a modo de novela shakespeariana, la ponía al tanto de mi nuevo episodio amoroso. Luego de explicarle que, cual castigo divino, me quedé sin crédito y no pude contestar el último mensaje enviado por EL, no tuvo más ingeniosa idea que responderme: “Aprovechá, es el único modo que no seas vos la última en escribir…”
Ahora, congelemos esa imagen por favor…

Whaaaat?? ¿Qué me quiso decir con eso?

Ok!, basta de perorata... Para qué hacerme la distraída si cada discusión que tengo con mi propia madre concluye diciéndome: “Zapata…si no la gana la empata”, bah, en realidad, cuando digo concluye es sólo una forma de decir, porque siempre tengo algo más para acotar!

Lo que realmente me tranquiliza es que este “mal”, por llamarlo de alguna manera, es hereditario del propio género. Así como lo leen, está científicamente comprobado! Surge, impregnando los glóbulos bancos y rojos de cada mujer al nacer.
No nos entran en los dedos de una mano, ni de dos, ni ayudándonos con los de los pies, las veces que nos quedamos discutiendo solas porque nuestro adversario se marchó de la habitación, cortó el teléfono o sencillamente plantó bandera blanca antes de empezar.

Pero ojo, no siempre se trata de tener la última palabra en una pelea. También practicamos a la perfección ese deporte cuando se trata del amor.
Con una mano en el corazón ¿cuántas veces “ÉL” es el último en mandarte un mensajito?

Ella: “Te quiero mucho.”
El: “Yo también te quiero mucho.”
Ella: “Yo te quiero más.”

Siempre tenemos que ser las últimas en apretar “send”. Es como si no ser las portadoras de las palabras finales en cualquier conversación fuera a provocar la debacle total. Una maldición, en la cual esas palabras no dichas nos perseguirán y atormentarán cual nube negra sobre nuestras cabezas.

Sinceramente, no creo que debamos ser tan extremistas, pero por las dudas, siempre tengan crédito extra en el celular!

Digo…De pronto…Me parece…

(Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia).

4.4.11

Mas sola que perro malo

Y si, finalmente llego, lo que a toda soltera en algún momento de su vida le tiene que llegar, y no, lamentablemente no estoy hablando de un novio, si no de las primeras vacaciones sola…literalmente…SOLA!

Sinceramente, es una experiencia por la que toda mujer debería pasar alguna vez, sin importar el estado marital por el que transite. Aunque, también es cierto, que estando en pareja, una tiene ganas de compartir las vacaciones con su media naranja, o al menos eso indicaría la lógica, por eso es que la soltería termina siendo la excusa perfecta para este tipo de vivencias.

Obviamente no es tarea fácil pasar tanto tiempo con una misma, con sus pensamientos, sus opiniones, sus chistes internos.. algunos bastante malos por cierto, pero como todo en esta vida, esta travesía tiene sus cosas positivas y sus cosas negativas. A saber, podes ir y venir cuando, donde y como quieras; hacer y deshacer los planes como más te guste, sobretodo porque tampoco contas con nadie que proponga un plan más emocionante!

Las fotos dejarán de ser mitad tuyas y mitad de tu acompañante para convertirse únicamente en paisaje, paisaje y más paisaje. Tal vez, si encontras a alguien con cara amigable y que no huya con tu cámara al primer “whiskyyyyyyy”, podes llegar a posar para alguna que otra foto y sino nunca fallan las inagotables autofotos, con las que luego podrás armar un hermoso rompecabezas, con la mitad de tu nariz por un lado, el ojo izquierdo por otro, la frente, la boca y el cuello separados en un bella secuencia.

Al momento de decidir que almorzar o cenar podes hacer las mezclas que se te antojen, condimentar las ensaladas a gusto y piacere, aunque tendrás que limitarte a ciertas comidas o restaurantes según el tamaño de sus porciones, salvo que prefieras comer milanesa a la napolitana como desayuno y merienda de los siguientes tres días!

También debes dejar de lado toda promoción que incluya el famoso y tan deseado 2x1. ¿Por qué querrías tomar dos licuados la misma tarde o contar con dos entradas de cine para ver la misma película, en la misma función??

Todos llaman y escriben porque quieren saber como la estas pasando y si te estas desenvolviendo sin problema, aunque por un momento te invade la sospecha de que hayan armado un organigrama de llamados para chequear que no hayas cometido ninguna locura. Igualmente, algún llamado de vez en cuando viene bien, para mechar con tanto pensamiento propio que no lleva a ningún lado!!

Y si al finalizar el viaje descubrís que irte sola no es lo tuyo, tranquila, todavía tenes un año por delante para conocer a alguien que te pueda acompañar en tus próximas vacaciones!!

24.3.11

La moda que incomoda

37 grados a la sombra…39 de sensación térmica, mediados de enero, pleno Retiro.

Una chica caminaba elegantemente, como si estuviese desfilando sobre la pasarela de un evento en Milán. Lucía un par de botas caña alta, color suela, como Cenicienta ostentaba su zapatito de cristal... y a mi gracias que el calor me había dejado calzar un par de ojotas de goma!

Unas cuadras más adelante y otra “modelo” se cruzaba en mi camino. Desplegaba una camisola de jersey mangas largas, abotonada hasta el cuello, mientras yo flameaba disimuladamente, y a veces no tanto, una musculosa de algodón cada vez que una suave ráfaga de viento se animaba a soplar!

Fue en ese momento cuando me detuve a pensar sobre los sacrificios femeninos. Muchos dicen que ser mujer no es tarea fácil; enfrentar el parto, ser profesionales sin descuidar la casa ni la familia, sobrevivir a la bipolaridad con la que nos enfrentamos 4 o 5 días de cada mes…sin embargo, esos momentos terminan siendo nimiedades comparado con el verdadero martirio que venimos cargando desde hace varios siglos: “ESTAR A LA MODA”.

No importa la hora, ni el lugar, ni los factores climáticos. Ya no hay estaciones ni combinaciones que valgan. Al momento de seleccionar el atuendo de la jornada, lejos están de ser requisitos la comodidad y practicidad de las prendas. La clave es que luzcamos según versan las revistas o los avisos publicitarios, cueste lo que cueste…y no exagero!!

Los flequillos inflados se convirtieron en altos jopos contenidos por invisibles; pilas de hombreras fueron a parar como relleno de algún almohadón; las remeras batik se transformaron en pijamas de verano…
Cuando encontramos fotos del pasado y vemos los peinados y el maquillaje que usábamos no sabemos si reírnos y rememorar esas épocas o prenderlas fuego para eliminar todo tipo de evidencia!!

¿El consuelo? En ese momento las leyes de la moda así lo exigían. Y seguramente de aquí a un par de años la moda vuelva a mutar y nosotras con ella, por eso les dejo una recomendación: vayan quemando las fotos desde ahora!!!

17.3.11

Culpables – caso cerrado

Tiempo atrás leí un artículo que Sebastián Wainraich (una de las tantas personas que me hace reír a carcajadas y a quien admiro profundamente) escribió para una revista.

No recuerdo las palabras exactas, pero en esencia el texto hablaba sobre el sentimiento de culpabilidad que nos genera ser los autores de un rompimiento amoroso.
Como hace un tiempo atrás estuve, por primera vez, de ese lado de la ruptura, me sentí totalmente identificada.

Lo cierto es que nunca protagonicé demasiados noviazgos; a decir verdad, ese fue el primero con todas las letras. Las demás, y de esas si que soy experta en el tema, fueron relaciones fugaces. Más fugaces que relaciones, de las cuales siempre terminé siendo la “víctima”.

Formar parte de los dos bandos me permitió descubrir que ser la abandonada tiene todas las de ganar!! Ok, no sé si todas, pero sí, muchas ventajas.

Por empezar, podés maldecir a los cuatro vientos a quien te abandonó, “estás en todo tu derecho”!
Podés patalear, suplicar y porque no, exigir que te dé otra oportunidad, “estás en todo tu derecho”!
Podés permanecer hecha una piltrafa humana durante días o semanas. Incluso llorar mares si te viene en gana, a cualquier hora, en cualquier momento, “estás en todo tu derecho” !
Luego de meses de recuperación o mejor dicho, de “rehabilitación”, podés pasearte con aires de superación (aunque todavía no lo hayas superado totalmente) frente al susodicho y sus amigos, luciendo radiante, al fin y al cabo “estás en todo tu derecho”!

Pero el problema es cuando nosotras somos las “culpables” de la ruptura y todos esos derechos a los que teníamos acceso y utilizábamos con total desfachatez ya no nos corresponden y por el contrario, se nos vuelven en contra.

Si llorás o andás deprimida te cuestionan: “¿Acaso no era lo que querías?”…
“Pensá que tuviste la opción de elegir, el otro simplemente tuvo que aceptar tu decisión”…, te alientan, como si ello fuese un alivio y te hiciese sentir mejor.
Tampoco tenés contra quien regañar porque las cosas no salieron como esperabas.

A aquellas que terminan una relación, las felicitan por su valentía; a quienes son abandonadas, las consuelan diciendo que ya vendrá alguien mejor.
La realidad es que el momento vivido no es feliz para nadie, pero al menos puede servir de consuelo para las actuales solteras, ya que al no tener pareja no serán las futuras víctimas de una separación, ni mucho menos las culpables …al menos de su relación!

13.3.11

¡¡¡Feliz Día Mujeres!!!

Se hace camino al andar

Todo empezó porque debía pensar una idea para que Carla (mi tocaya, no es que hablo de mi misma en tercera persona) dibuje en celebración al día internacional de la mujer.

Solo tenía en claro que quería lograr una imagen única en la cual cada mujer pudiese sentirse identificada. Por lo tanto debía pensar en algo que nos representara a todas, así como en la Navidad pasada dibujamos bombachas rosas.

Después de varias idas y vueltas allí estaba, el objeto de culto que necesitaba: el zapato! Pero no me refiero al zapato literal, ese cerradito con un poco de taco que se usa para ir a trabajar, si no al zapato en todas sus variantes.

Ya al nacer nos calzamos los tiernos escarpines, cuando somos un poco más grandes aparecen los zapatitos cerrados, con una infaltable hebilla o moño. En nuestra adolescencia ansiamos desesperadamente los tacos, de los cuales deseamos bajarnos años más tarde! Siempre están presentes las zapatillas, que nos llevan y traen a donde sea. Y claro, nunca faltan las pantuflas…hogar, dulce hogar!!

Calzados los hay de todas formas, colores y tamaños como mujeres en esta tierra. Cada vez se producen más y su variedad esta siempre a la orden del día. Somos libres de elegir nuestro propio estilo para ir a trabajar, para salir a la noche, ir al gimnasio o estar en casa. Aunque más de una vez tanta libertad nos trajo varios dolores de cabeza, como por ejemplo en el momento que recibimos el resumen de la tarjeta de crédito, cuando tenemos que pensar en ampliar el placard porque ya no entran tantas cajas o simplemente llegamos a una mega fiesta y vemos a otras mujeres calzando los mismos zapatos que estrenábamos con tanta felicidad esa noche.

Más allá de la mera coquetería, el zapato deviene en un objeto indispensable, pues forma parte de nosotras mismas. Nos acompaña en cada trayecto de nuestras vidas y nos brinda estabilidad y protección cuando debemos andar por superficies difíciles o complicadas de transitar.

Por eso en nuestro día, pongámonos nuestros mejores zapatos y salgamos a taconear triunfantes por la vida!!

26.2.11

Frase de la semana 8..

"Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"

Cortázar

(Considerado uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro del relato corto, la prosa poética y la narración breve en general).

23.2.11

Señales

Todo estaba dispuesto. Los invitados situados en sus respectivos lugares, el novio de pie a un lado del altar. Los testigos cruzaban miradas atónitos mientras esperaban…y esperaban. Pronto los familiares comenzaron a impacientarse porque no aparecía…no llegaba…y no llegó…el cura nunca llegó!!

La novia lloraba desconsolada, aunque lo único que la tranquilizaba era saber que en esta oportunidad el fracaso no había sido responsabilidad de su futuro marido!

Amén de preguntarme si de todos modos comeríamos los langostinos rellenos y bailaríamos el correspondiente carnaval carioca, comencé a cuestionarme si tal vez, este romántico viaje venido en naufragio, que iba a emprender la pareja, habría sido una señal del más allá indicando que algo andaba mal.

Si realmente se trataba de un mensaje, ¿qué medidas deberían tomar frente a semejante llamado de atención? ¿Reprogramar la fecha, desafiando las leyes del destino?, o ¿simplemente hacer sus valijas y emprender su camino por separado?

¿Cuantas veces nos ha pasado que estamos pensando en contactarnos con “EL” y de repente suena en la radio su tema preferido?; o ¿nos encontramos caminando por la calle y vemos a alguien que se le parece tanto que dejamos de respirar, por temor a que el corazón se nos escape por la boca? Incluso, me ha llegado a ocurrir estar explorando la página web de ciertas diseñadoras, y encontrar como modelo de tarjeta una invitación de casamiento con MI nombre y el de “EL”…si eso no es una señal de que deberíamos estar juntos, QUÉ ES??? EH!!!!!

Solemos dejarnos llevar por estos indicios y, tal vez, un poco como excusa, terminamos cayendo en la tentación. Sin embargo, una vez leí en un blog que esas “señales” en realidad son simples coincidencias o casualidades que nos presenta la vida, llamando nuestra atención en ocasiones en que nos encontramos susceptibles a ciertos detalles, que seguramente en otro momento pasaríamos por alto.

Sinceramente en lo personal esa opción no me convence, o será que en realidad me divierte más pensar que existe alguien con un poder supremo, que, cual Hansel y Gretel, nos marca el camino a seguir, cuando estamos un poco perdidas!

8.2.11

El que espera desespera

“Estoy tratando de decirte que me desespero de esperarte” entona en una de sus más acertadas canciones Andrés Calamaro.

Y es que toda espera, por más pacientes que seamos, siempre nos altera más de la cuenta.

Paradas en la vereda de enfrente de una frase india que asegura: “todo llega en su momento justo, ni antes, ni después”; no sólo queremos, sino exigimos todo ahora, yaaaa!!

¿Situaciones que ejemplifican la tortura de la espera?

*El resultado de una prueba de embarazo: sin duda los minutos necesarios que debemos aguardar para ver las famosas rayitas, son los más largos de nuestras vidas. Sentadas inmóviles sobre la tapa del inodoro, leemos una y otra vez el instructivo que en ese momento parece escrito en chino mandarin!!

*El resultado de una entrevista laboral: salimos de la reunión confiadísimas que seremos elegidas. A los días de no recibir noticias, nos convencemos que seguramente están realizando más entrevistas “por compromiso”. A la semana, nos cuestionamos la elección del vestuario, el vocabulario utilizado, nuestra forma de ver, sentir, respirar. Al mes, chequeamos si la búsqueda sigue online y por las dudas, volvemos a mandar el CV.

*El resultado de una dieta: dispuestas a seguir estrictamente el régimen y el gimnasio, nos anotamos y abonamos las sumas correspondientes. Queremos que nuestras parejas, amigos y familiares noten cambios cuando volvemos de la primer consulta o a lo sumo, al día siguiente! Como no sucede, a más tardar en 20 días, damos por finalizado el emprendimiento.

*El llamado de EL: de todas las esperas, por voto unánime, es la peor!! Nos volvemos celu-dependientes. Evitamos lugares donde no tenemos señal (aunque sea en nuestra propia casa); chequeamos el correo de voz 2 a 3 veces por minuto. Con el correr de los días, nos preguntamos si le dimos bien el número. Se está haciendo rogar, pensamos... Nos mentimos creyendo que pudo haber perdido nuestro contacto y avanzamos nosotras. Cadena perpetua, caso cerrado.

Esperar no es una acción que pueda llevar a cabo cualquier persona. La paciencia es una virtud en vías de extinción y a pesar de la agonía generada por tanta expectativa, la experiencia nos sigue demostrando que lo mejor llega en el momento menos esperado!

23.1.11

De Montescas y Capuletas

Desde que existe el amor, existe el odio. Desde que existen las relaciones humanas, existen los enfrentamientos.

Si bien estos últimos se hacen presentes en todos los campos de nuestra sociedad, en el político la histórica lucha entre Radicales y Peronistas o en el deportivo el famoso súper clásico River/Boca, podemos afirmar sin titubear que los enfrentamientos son patria potestad del campo femenino.

A las pruebas me remito:
*Las continuas confrontaciones entre las “divinas” y las “populares”.
*Los interminables duelos entre las vedetongas de turno, que sacan los trapitos al sol en todos y cada uno de los programas de chimentos.

Inclusive, los mejores guionistas sostienen que sin conflicto no hay relato, es imprescindible el enfrentamiento entre dos partes para que finalmente una de ellas venza y el orden se restablezca. De ese modo funcionan las infinitas telenovelas entre las que crecimos: las inolvidables luchas entre las perennes y rubias víctimas (interpretadas por Andrea del Boca, Soledad Silveyra, Grecia Colmenares) y las indestructibles y morochas verdugas.

Sin necesidad de generalizar, podemos ser testigos de diversos enfrentamientos en nuestra cotidianeidad:

*entre consuegras: es la cruzada más habitual y hasta podríamos decir aceptada. Sigilosamente se entrometen en las vidas de sus hijos, opinando y decidiendo sobre las mismas.
*entre la actual y la ex: la ex mujer mantenida, que en lugar de buscar trabajo sigue recibiendo la cuota mensual para cubrir sus propios gastos mientras que la novia actual le quita el tiempo libre para dedicarse a sus hijos.

Estos sucesos son pruebas fehacientes de que los enfrentamientos fueron, son y serán moneda corriente en nuestra historia y en nuestras vidas; y que al fin y al cabo el famoso antagonismo entre Montescos y Capuletos, que concluyó en la tan dramática y romántica relación de Romeo y Julieta, termina siendo una nimiedad comparada con cualquier suceso conflictivo de la vida real!

12.1.11

Frase de la semana 7..

"Por supuesto que estoy loco, pero eso no significa que esté equivocado".

Robert Anton Wilson
(Novelista estadounidense, además de ensayista, filósofo, psicólogo, ocultista, anarquista e investigador de conspiraciones).